lunes, 16 de agosto de 2010

Entre las células y el cosmos

“Hay una forma, cada uno debe buscar su manera”.
Proverbio taoísta

Para el pensamiento chino, Taoísta, hay similitudes entre el cosmos y el cuerpo humano, que llaman mucho la atención. Hace miles de años los sabios de esa cultura pensaron profundamente la lógica de funcionamiento del cosmos. En ese proceso descubren que hay una Ley que rige el devenir cósmico y la llaman la Ley del Tao, la Ley de la Naturaleza.
Esta Ley tiene constantes en sus modos de funcionamiento que son los cambios y sus ciclos. El universo y la vida están siempre en expansión, en movimiento y esos movimientos tienen ritmos, tiempos internos.
Los Taoístas entonces deducen que esa misma Ley que rige el funcionamiento de la Naturaleza, es la que determina el funcionamiento de nuestro cuerpo.
Hay que tener cabeza para trazar paralelismos y similitudes entre el universo y el cuerpo.

A su entender las similitudes no son solo de funcionamiento sino que también son de forma. Tanto el cosmos como el cuerpo son para ellos universos, compuestos por un sin fin de elementos en intercambio.
En sus fisonomías hay similitudes. El universo tiene tres partes: el cielo, la tierra y la energía armónica que produce las formas de la vida. El cuerpo humano también esta compuesto por tres partes: arriba (cabeza), centro (tronco) y abajo (pies). Cada uno de los elementos que componen el cuerpo tiene tres partes. Los brazos, las piernas, la cabeza, los dedos tienen un arriba, un abajo y un centro.


Esta cultura entiende que las dos energías básicas que alimentan la vida en nuestro planeta son las del Cielo -el yang- y la de la Tierra, el yin.
Nuestro cuerpo está conformado y se alimenta de esas dos energías. Cuentan que si una persona a la largo de su vida puede alimentarse al 100 % de estas energías tranquilamente llega a vivir ciento veintiséis años.
Afinando el ojo sobre cómo hacerlo los taoístas ven que la energía de la Tierra se consigue a través de la alimentación y se transforma en nuestra sangre. La del Cielo en cambio, se consigue a través la respiración y en el cuerpo se transforma en chi, en la energía que circula.
Ellos se plantean que si uno estudia los ciclos de la Naturaleza y empieza a aprovecharlos, organizando la vida cotidiana desde ellos, puede aumentar incalculablemente la propia potencia. Entonces para estudiar cómo aprovechar el mundo externo (el medio ambiente) inventan la medicina y para estudiar como manejar la energía del mundo interno, o sea de nuestro cuerpo, inventan las artes marciales.
La Medicina y el Arte de la Guerra son las dos caras de una misma búsqueda.
De hecho el término chino para hablar de las artes marciales es Wu Shu y su traducción más exacta sería el “arte de hacer la paz”.
Dicen: No es lo mismo la tranquilidad del tigre que la del conejo.

Usan la imagen del cuerpo humano como una esfera de energía. Esa energía circula a través de canales, que ellos llaman meridianos. Los meridianos que interconectan nuestro cuerpo son doce, como los meses que forman un año. Cada uno de estos meridianos conecta a un órgano o a una víscera con todo el resto del organismo. La red de meridianos es lo que habilita la interrelación de todos los elementos que componen nuestro cuerpo. Por ejemplo, nuestros dientes son el final de nuestros huesos, nuestras uñas son el final de nuestros tendones, nuestra lengua es el final de nuestra energía y nuestro pelo es el final de nuestra sangre.
Otras relaciones por ejemplo son: que cada órgano vital tiene una puerta en la parte que da al exterior del cuerpo. Los ojos son la puerta del hígado; los oídos, de los riñones; la nariz es la puerta de los de los pulmones; la boca, del estómago.
Hay relaciones hiperestablecidas entre las organizaciones de la células de nuestro cuerpo.

Parece que dentro del esquema de ciclos desde los que nuestro organismo funciona, cada momento del año nuestro cuerpo está en un proceso determinado. Las estaciones son ciclos a los que nuestro organismo responde.
La primavera es la etapa de desarrollo, de florecimiento del cuerpo. El verano es el momento de mayor expansión, el otoño es el inicio de la etapa de trabajo interno del organismo, que se intensifica durante el invierno. Cada mes del año hay un meridiano que tiene un punto máximo de actividad. Si uno conoce esos ciclos y sabe cómo aprovecharlos, puede llevar la potencia del cuerpo a niveles impensados.

Así es como llegan a la idea de que se puede dominar esas dos energías y la armonía desde la que se relacionan por Naturaleza. Eso sería dominar el tai chi y proponen que el que puede lograrlo deviene inmortal.
Igualmente parecería que no es una idea de inmortalidad sin muerte; sino algo así como que la muerte deja de ser un estado temible, por fuera de la vida. Si uno llega a ese nivel de “confianza con el cosmos” como para vivir desde sus leyes, el momento de pasar a otro estado, sigue siendo la vida.
Suena interesante pensar que uno puede ser inmortal aún después de muerto y así seguir siendo parte de este Gran Lindo Infinito.


Miguel Burkart Noé

martes, 18 de mayo de 2010

Entrenamiento marcial y prácticas de cuidado.

La propuesta es transitar el ejercicio de distintas técnicas de entrenamiento corporal que provienen del Kung Fu Interno Taoista*, en la búsqueda de construir una salud: aprender a cuidarse, fortalecer el cuerpo, explorar la propia potencia.

Se trabajara con:
-Chi kung o la práctica de circulación y dominio de la Energía.
-Zhan zhuang o Meditación de Pie, técnica para lograr la Unificación del Cuerpo y la organización de sus relaciones.
- Lao Jia Yi Lu, Forma antigua tradicional de Tai Chi Chuan estilo Chen.
- Meditación, organización, concentración y movimiento de energía
(No se requiere tener ninguna experiencia ni entrenamiento previo y para su práctica no hay límite de edad).
Los días de práctica serán los:

- Miércoles de 10 a 11:30 hs. en el Movimiento Esquina, Concepción Arenal 4394, Chacarita.

- Sábado de 11:00 a 13:00 hs. en la Plaza Irlanda, a unos metros de Av. Gaona y Almte. Seguí, Caballito.

lunes, 17 de mayo de 2010

7 Claves para la práctica

Siete Claves para la práctica.
Profesor Miguel Burkart Noe


El maestro Liu Ming, con quien me formo hace años, ha sintetizado con gran sabiduría las siete claves centrales para establecer un camino claro por donde poder profundizar el aprendizaje del Kung Fu Interno.
No basta con memorizar estas claves, se las debe recorrer minuciosamente en cada instante de la práctica hasta que se integren en lo más profundo de quien las ejercita. Solo así la práctica cobrará sentido en su verdadera dimensión.


1. Purificar los seis sentidos para conseguir un corazón verdadero(1).

2. Abrir las ocho puertas para conseguir un cuerpo verdadero(2).

3. Unir los 7 corazones para conseguir la fuerza(3).

4. Reconocer las tres partes para conseguir una dirección(4).

5. Sentir los cuatro finales para conseguir una esencia(5).

6. Combinar los 5 elementos para conseguir la energía(6).

7. Armonizar yin yang para ser invencible.



(1) Los seis sentidos son: vista, oído, olfato, tacto, gusto, y la mente. Deben ser purgados de toda distracción. En el corazón radical la máxima capacidad perceptiva a la que se puede aspirar. La percepción más aguda que existe es cuando se percibe desde el corazón, para eso hay que condensar los cinco sentidos y la mente en él.

(2)Las 8 puertas son: arriba-abajo, izquierda-derecha, adelante-atrás y adentro- afuera.

(3) Los 7 corazones son: El centro de las dos manos, de los dos pies y los tres Tan-tiens.

(4) Tres uniónes externas. Las tres partes son cielo-tierra y persona. Estas tres partes se pueden identificar en cualquier sección del cuerpo, desde un dedo a una pierna o a toda la totalidad del cuerpo. Todos los elementos del cuerpo se pueden dividir en tres partes para sentir la circulación de la energía.
Tres uniones internas: Corazón con mente, mente con energía y energía con fuerza.

(5) Los cuatro finales son: el pelo para la sangre, los dientes para los huesos, las uñas para los tendonesy la lengua para la energía de todo el cuerpo.

(6) Los 5 elementos son: tierra, metal, agua, madera y fuego. Se relacionan cada uno a su vez con determinados órganos, tejidos y sentidos: Agua-riñon-huesos-oído; fuego-corazón-vasos sanguíneos-lengua; metal-pulmón-piel-nariz; madera-higado-tendones-ojos; tierra-baso-carne-boca.